Alberca vacía, de Isabel Zapata, es un libro compuesto por ensayos que se balancean, gráciles, entre el intimismo y una lectura amplia, profunda y sensible de la realidad. Viejas fotografías familiares; las virtudes perrunas; la inteligencia de los pulpos; la traducción literaria; las albercas vacías, son algunos de los puntos a partir de los cuales se desdoblan estos ensayos breves y lúcidos que remiten a la calidez de una charla.
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Empty pool, by Isabel Zapata, is a book composed of essays that balance, graceful, between intimacy and a broad, deep and sensitive reading of reality. Old family photographs; the perrune virtues; the intelligence of the octopuses; the literary translation; empty pools, are some of the points from which unfold these brief and lucid essays that resemble the warmth of a chat.
Para cualquier persona con quien haya echado chismecito literario, no es ningún secreto que suelo mencionar la forma de escribir ensayos de Isabel Zapata. Particularmente aquel que escribió luego del incidente con su traducción de Bluets, que es bellísimo y si diera clases sobre literatura contemporánea sería un texto obligado para reflexionar sobre cosas muy actuales, y urgentes, de la literatura hoy: el derecho de autor y la vida de los textos mismos a partir de sus lectores. Con esa curiosidad llegué a este libro que estuve buscando por un tiempo, puesto que parece estar cerca de agotarse. Y no me decepcioné de lo que esperaba, claro hay unos ensayos que gustan más que otros. “Mi madre vive aquí” es mi favorito, es precioso. Uno encuentra ideas, nociones, estilos claros con su poesía que es muy ensayística, pero como un mero gusto personal me hallo más en sus ensayos. Mi... ¿queja? es que es un libro muy corto. Se siente como un Yakult: quisieras que los botecitos de Yakult no fuesen tan pequeños. En ese sentido esta curiosa la edición, es bilingüe, como una colección que hace tiempo hizo la unam pero con traducciones de autores nacionales en francés. Definitivamente espero leer más ensayos de Zapata en el futuro.
Leer a Isabel es pender de cierta nostalgia. Es acompañarla por sus lecturas y sus recuerdos. En las nueve piezas que integran este libro, nos sumerge con ella en las cosas que le apasionan: los animales y su naturaleza; la memoria que parecen contener las fotografías o las cosas que conservamos, aunque no sean nuestras; los diálogos con su madre muerta mediante la lectura de los libros que leyó y las anotaciones que dejó en ellos; el oficio de la traducción; las variaciones de los lugares que se han habitado. Pero nos acerca a estos temas con su propia curiosidad. De allí que sus reflexiones nos tomen por sorpresa sin darnos cuenta. Es decir, la autora —también poeta— nos lleva suavemente por la lírica de sus cavilaciones y, cuando menos lo esperamos, nos atesta el entendimiento y el corazón con una revelación.
Por ejemplo, en el décimo apunte de su Cuaderno de aves pone: "El artista Jimmie Durham se sorprendió al ver cuervos blancos cuando visitó Roma por primera vez. En su mundo, todos los cuervos eran negros. Cuando un ornitólogo le explicó que los cuervos del Oeste son negros y los del Este pueden ser blancos o grises, Durham, que había estado pensando en la división entre Asia y Europa, encontró en aquella clasificación la respuesta a sus cavilaciones. A los continentes no los determinaban sus estructuras sociales ni su producción cultural, la división no estaba marcada por montañas, ríos, fallas geológicas. La frontera eran los cuervos. Tal vez el mundo entero pueda conocerse por sus pájaros. Habría que alzar la vista y mantenerla en constante movimiento para aprender a mirar los vuelos." Alzar la vista y observar para aprender a mirar.
Mientras leía, no sé bien por qué, comencé a armar una especie de mapa semántico. Partía del vacío que Isabel llena con la reflexión y entendimiento de temas como el genio de los pulpos o la generosidad de los perros; del sonido de la lectura y el de la letra escrita; de las conversaciones con las lecturas de otros y de las que emergen en los libros y al escribirlos; de cómo sí, la fotografía es otra forma de escribir y también es un artificio. Por fortuna, me detuve. Isabel convida fluida y generosamente todas estas cosas que piensa y abre así otras muchas conversaciones, como esta, como otras que sé que voy a tener no sólo con otros, sino conmigo, en futuras relecturas, cuando sea otra. Al final, como ella dice que Porchia escribió: lo que dicen las palabras no dura, duran las palabras.
La luminosa colección de ensayos que llena esta Alberca Vacía ha sido trabajada y perfeccionada con el tiempo. He seguido su transformación porque he leído a Isabel por años. Verlos aquí contenidos me dio la sensación de cierre y de vacío —como cuando se termina una serie larga y entrañable—. Pero al mismo tiempo, me emocionó por todo lo que sigue, porque como dice ella en Maneras de desaparecer: "Es necesario estar vacía para volverse a llenar."
Yo soy bien chismosa y me encanta leer ensayos súper personales y que derivan en reflexiones donde cabemos muchas personas. En esa línea, también me gusta mucho conocer de las lecturas ajenas -por eso tengo una cuenta en goodreads, así que bueno, una obviedad–, y por eso también disfruté mucho leer Alberca Vacía. Me lo eché en una tarde, súper contenta.
Alguien por aquí escribía que estos ensayos parecen entradas de blog, pero pues tremendo blog más lúcido y prismático.
Yo, como siempre, muy fan y muy en la esquina de Isabel Zapata.
Me estuve acordando del significado de hobby, esa afición o pasatiempo en donde caben nuestras lecturas. Pero también me viene a la mente “un refugio” porque hay situaciones en las que así acudimos a nuestros libros y es así como me toca ver y sentir esta Alberca Vacía, y puedo decir que fue un refugio seguro, cálido, reconfortante.
Me sentí acompañada como en un chat personal sobre el conocimiento general, sobre familia y la sensibilidad humana, me fascinó Isabel.
Me gusta mucho leer a Isabel Zapata y este libro es corto pero justo, podemos entender incluso un poco más de su poesía a través de sus ensayos.
Amé mucho “Mi madre vive aquí”, me llené de ternura con los ensayos sobre animales, entendí a Isabel cuando cuenta sobre la primera vez que leyó a Wislawa Szymborska: Quería viajar a Cracovia, escucharla hablar, saber qué campanas le sonaban por dentro a esas palabras atravesadas de acentos por todos lados.
Vaya, la escuchamos hablar sobre traducción literaria de una manera tan cálida, que hasta me arrepiento de no haberme dedicado a la traducción.
Y esa idea sobre que la lectura es una forma de escuchar, la voz es más que solo sonido.
Un libro lleno de ideas, recuerdos y fotografías, es muy íntimo e introspectivo.
Me siento un poco vacía al terminar de leerlo pero sé que lo seguiré descubriendo con cada re-lectura. Con cada nueva anotación.
Estoy muy emocionada por la nueva edición de este libro, espero encontrarla :)
Primero tengo que decir que no leí este libro, sino "Maneras de desaparecer" y obviamente no en esta edición, sino la de Excursiones, que hizo un libro hermoso que incluye postales hechas por una artista plástica. Entiendo que es el mismo libro con otro nombre porque en Argentina, la palabra alberca no existe.
En segundo lugar debo decir que compré este libro en la FED porque una twitera lo recomendó diciendo que venía recomendado por Alejandro Zambra, uno de mis autores favoritos.
Tercero, que no soy muy lector de ensayos, pero cada tanto me copo leyendo alguno.
Me había gustado mucho Cuaderno de Faros, el libro de Jasmina Barrera - que es esposa de Zambra - y pensé que este venía por ese lado. Pero más o menos, salvo el último de los ensayos, justamente el de las albercas vacías me pareció que tenía ese tono.
Es de una lectura amable, de cierta erudición sin abrumar y cortitos, yo los leí como si fuesen poemas.
En general me gustaron, pero el único que me pareció genial es "Contra la fotografía". Me gustó también el de los pájaros. Igual me late que no los recordaré por mucho tiempo, mi memoria lectora es cada vez más frágil y sólo registra sismos emocionales.
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Me es muy complicado reseñar ensayos, al hacerlo se me dificulta delinear el límite entre la opinión o percepción del autor con la que puedes o no estar deacuerdo y mi apreciación de lo escrito. Estos de Isabel Zapata están cargados de poesía, parecen partir de algo general y terminan revelándonos algo muy íntimo de su autora. Pero mejor lean el prólogo que le hizo Alejandro Zambra, seguro caerán en la tentación de leerlos.
Alberca vacía (2019 / 2022) es un libro de ensayos muy breves e intimistas sobre una variedad de cosas, como la fotografía, los libros, los animales, la maternidad y las lentejas con manzana (yo las como con tocino y chicharrón, cada quién). Se trata de una propuesta diáfana, igual que un cristal que a veces lanza un tenue reflejo hacia nosotros gracias a la luz. En sí, hay observaciones inteligentes, aunque más que nada creo que el libro es una excelente exposición sobre la curiosidad poética, puesto que los temas son explorados de una manera un tanto arbitraria y personal. Es un libro que habla mucho sobre Isabel Zapata. Creo que también deposita el germen de lo que será Una ballena es un país. En mi opinión, la autora cristaliza su voz poética en ese libro, aunque Alberca vacía contiene dos ensayos espectaculares: 1. "Mi madre vive aquí", un texto bellísimo que ensaya sobre las cosas que dejan los muertos en su caligrafía al margen de los libros y de cómo podemos reencontrarnos con ellos en la lectura; 2. "Contra la fotografía", donde Isabel Zapata nos confía la desconfianza que siente por las fotos: "Más que sostener la memoria, las fotografías la reemplazan, dando la impresión de que algo es tan perfecto que no puede romperse". Estos ensayos destacan entre los demás, aunque también "Maneras de desaparecer" y "Cuaderno de aves" son joyitas. "Notas para una versión de segunda mano" está bien, no obstante, me pareció extraño que en esta nueva edición de Lumen no se incluyera el texto que escribió la autora a raíz de la polémica de Bluets, el cual creo que complementaría muy bien a este texto sobre la traducción. Personalmente los textos más breves que completan el libro (que es, en esencia, una lectura muy breve, aunque en un momento más atrevido podría decir "lectura incompleta") me conmovieron poco y creo que otros textos no logran ser más que una mirada curiosa a la cotidianeidad.
solo leí la parte en español. los ensayos que más me gustaron son: "Mi madre vive aquí", "Cuaderno de aves" y "Elogio de Nosferatu". El de "Maneras de desaparecer" lo sigo procesando, creo que es metáfora de algo más. De los otros me gustaron fragmentos.
En su The Construction of Social Reality John Searle se plantea la pregunta: ¿cómo verificar que existe un mundo físico objetivo independiente a la consciencia humana? Imposible. Isabel Zapata entiende esta pregunta y en su tomo de ensayos Alberca vacía responde con más preguntas, ensayando sobre variados temas que apuntan hacia el límite, el borde, de la consciencia humana: la conversación entre tres que implica leer un libro anotado; las mentiras en la memoria que genera la fotografía; la ternura que nos evoca mirar el rostro de un perro, así como la absurda suposición del humano de creerse el ser más importante del planeta; las (im)posibilidades de experimentar la sinestesia; la extravagancia incomprensible de los octópodos; la traducción como transferencia, intercambio, a otro mundo, no a otro lenguaje; las libertad de las aves; la novedad contemporánea de leer en silencio; y, por último, las albercas como contenedor que circunda un espacio, sí, pero también arte, deporte ilícito, un pasado insalvable, recuerdos tristes y ajenos, muerte.
La prosa de Zapata es concisa y poética. Su despliegue personal aunado con lo universal teje un tomo de ensayos que se lee como agua de diferentes piscinas: unas amenas, otras escabrosas, con no pocas epifanías astutas e íntimas sobre nuestra —me parece, el gran tema— consciencia, el gran límite humano, como una profunda alberca seca y vacía, sin escaleras, de la que no podemos salir.
Excepto por algunos pasajes extraordinarios con historias de pulpos, aves y música, me pareció un libro más de una clase social que aún no entiende que sus problemas, su estética y sus referencias no son universales. No es culpa de la autora, que anunciaba ya el contenido desde el título. Hablar de albercas da pistas ya de por dónde iba, pues es "el" símbolo de "estatus" definitivo urbano: la alberca, el océano domado, oasis artificial insostenible.
Librazazazazazazo, no tengo más que decir que ahora es de mis favoritos. Conecté bastante, me hizo sentir muchas cosas y le hizo cosquillitas a mi alma y a mi creatividad, impresionante la escritura de Isabel Zapata. Nunca había pensado en qué libros hay que leer para conocerme un poquito más pero ahora creo que este es uno de ellos.
Es curiosa la forma en la que leer acerca de los recuerdos de alguien más puede ayudarte a conectar con los propios. Eso es lo que pasa con "Alberca vacía", que básicamente esta construido a partir de pequeños ensayos de la autora sobre algunas remembranzas, casi siempre tomando como eje temático ese espacio de tiempo capturado en una fotografía, y del porque a veces lo mejor es que esta nunca hubiera sucedido...
El estilo de la autora es tal que, conforme va develándonos sus recuerdos, nos vamos convirtiendo nosotros mismos en parte de la escena, y al final, cuando la última página ha sido leída, no podemos evitar el llevarnos una poca de la nostalgia que este libro transpira. Entonces ocurre la magia, básicamente bajo la cuestion de ¿qué hay de nosotros mismos? ¿donde están esos momentos que el día de mañana vamos a rememorar?, pero sobre todo, ¿qué de esos momentos nos va seguir ayudando a encarar el futuro que nos queda? Entonces, no se trata de un ejercicio esteril de nostalgia, sino un camino para revalorar nuestros momentos propios, y atesorarlos, pero no como un lastre, sino como una de las piezas que efectivamente nos han conducido hasta el ahora...
Lectura muy íntima, muy introspectiva, pero con la que se puede empatizar. Creo que si lo volveré a leer uno de estos días.
Tal cual Isabel nos dice en el prólogo "el deseo de entender cómo nos transforman las cosas que desaparecen".
Relectura con una nueva edición y... me siento vacía también.
En algún momento comencé a relacionar un ensayo con otro, construyendo a Isabel de alguna forma en mi cabeza, es un poco raro. Entre diferentes autores, voces y pensamientos, la autora nos acompaña a crear una cálida conversación, casi cómplice. Se discute sobre el tiempo, la memoria, la consciencia y los animales.
En definitiva "Mi madre vive aquí" sigue siendo mi ensayo favorito seguido de "Notas para una versión de segunda mano".
De los nuevos ensayos añadidos "Cartas de amor a las hormigas del patio de mi vecina" me destrozó con "La maternidad es un territorio de culpas. La culpa para empezar de haber invitado a mi hija a vivir a un lugar que se transforma de maneras que no alcanzo a entender”. Vivir la maternidad en medio de la pandemia, el tiempo volviéndose elástico, la incertidumbre palpable y la imaginación casi sin querer de un encierro solitario, propio.
Me gusta que este libro sea tan íntimo, que sea una invitación a ver la vida a través de Isabel, de sus lecturas, sus obsesiones, sus culpas y su memoria. Me hace desear tener la habilidad de encontrar tanta belleza, tanta curiosidad, en lo que aparenta simple como una fotografía, un ave o una alberca vacía.
La recopilación de ensayos aparecidos en distintos medios que forman parte de Alberca vacía tienen un hilo común: añoranza. A partir de observaciones que bien podrían ser datos curiosos o cotidianos se ahonda con poética incidencia hasta llegar a los límites de la melancolía, de cierta fantasía originada en recuerdos. Libros subrayados, la fotografía como engaño del tiempo, sinestesias, el cerebro de los pulpos, entre otros temas; dan ganas de pensar de esta manera sobre todo aquello que nos rodea, ver los libros de otra forma, los objetos desde la perspectiva de su propia historia, la fabricación de cada producto de baño, la vida de los demás.
Qué chulada. Cada lector tiene un estilo preferido y el mío es éste que recorre todo el libro. Isabel Zapata le pone pausa a la velocidad de la vida y se detiene a mirar las cosas que parecerían más comunes pero de tanto verlas se nos escapan. Diría que su escritura es aparentemente simple pero al menos a mí me parece complejo refrescar la mirada y alejarse de los lugares comunes para poner palabras nuevas y al alcance de todos a lo que llevamos tiempo nombrando y describiendo de otro modo. Además me encanta cómo cita y referencia autores, como si fueran amigos que ayudan a contar sus relatos. Divertido y veloz, lo disfruté mucho.