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204 pages, Paperback
First published January 1, 2013
Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices. (Montaigne, Ensayos)
La riqueza y el poder, en definitiva, generan sobre todo falsas ilusiones. Lo recuerda con elocuencia también Séneca, en sus Cartas a Lucilio, evocando la metáfora del teatro del mundo. (...)
«Ninguno de estos personajes que ves ataviados con púrpura es feliz, no más que aquellos actores a quienes la pieza teatral asigna los distintivos del cetro y la clámide en la representación. En presencia del público caminan engreídos sobre sus contornos; tan pronto salen de la escena y se descalzan vuelven a su talla normal. Ninguno de sus individuos, a los que riqueza y cargos sitúan a un nivel superior, es grande.»
Esta es la razón por la que una obra entera de Leon Battista Alberti —De las ventajas y desventajas de las letras (De commodis litterarum atque incommodis) versa sobre la necesidad de consagrar la vida al estudio de las letras para seguir, lejos de cualquier lógica ligada al lucro, el camino de la virtud.Según estas citas, en resumen: me preocupo demasiado por lo que no me hace feliz. Es imposible no dedicar una parte de nuestro cerebro a pensar en la economía en un mundo que lo capitaliza todo (tal y como es una condición necesaria para cubrir ciertas necesidades mínimas), pero el futuro, que será quizá más precario que el futuro de mis padres, será generalizado, será mío, significará renunciar a ciertas comodidades, y sinceramente no pasará nada, porque
toda conquista es siempre provisional y precaria y está expuesta a la pérdida.No pasará nada porque al final es a las artes a lo que uno se tiene que dedicar para ser feliz, a lo que yo en definitiva quiero dedicarme en cuerpo y alma (si no profesionalmente, sí dedicarle más espacio pensante que a mis condiciones circunstanciales de habitar el mundo).
Abandonar la pretensión de poseer, saber convivir con el riesgo de la pérdida significa aceptar la fragilidad y la precariedad del amor. Significa renunciar a la ilusión de una garantía de indisolubilidad del vínculo amoroso, tomando nota de las relaciones humanas, con los límites y las imperfecciones que las caracterizan, no pueden prescindir de la opacidad, de las zonas de sombra, de la incertidumbre. Este es el motivo por el cual cuando se busca la total transparencia y la verdad absoluta en el amor se termina por destruirlo, se termina por ahogarlo en un abrazo mortal.