Moisés Hiraldo

“Pica, a la verdad, en historia la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que los políticos son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester imprescindibles. Diríase que nuestra aristrocacia, nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro ejército, nuestra ingeniería, son gremios maravillosamente bien dotados y que encuentran siempre anuladas sus virtudes y talentos por la intervención fatal de los políticos. Si esto fuera verdad, ¿cómo se explica que España, pueblo de tan perfectos electores, se abstiene en no sustituir a esos perversos elegidos?

Hay aquí una insinceridad, una hipocresía. Poco más o menos, ningún gremio nacional puede echar nada en cara a los demás. Allá se van unos y otros en ineptitud, falta de generosidad, incultura y ambiciones fantásticas.”
― José Ortega y Gasset, España invertebrada

“No es el ayer, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para que una nación exista. Este error nace, como ya he indicado, de buscar en la familia, en la comunidad nativa, previa, ancestral, en el pasado, en suma, el origen del Estado. Las naciones se forman y viven de tenr un programa para mañana.”
― José Ortega y Gasset, España invertebrada

“There is something seriously lacking in a society in which all the intellectual, moral, and artistic leaders belong to the employed class, especially if most of them are in the employment of the government. Yet we are moving everywhere toward such a position.”
― Friedrich A. Hayek, The Constitution of Liberty

“Once government undertakes to determine the whole wage structure and is thereby forced to control employment and production, there will be a far greater destruction of the present powers of the unions than their submission to the rule of equal law would involve. Under such a system the unions will have only the choice between becoming the willing instrument of governmental policy an being incorporated into the machinery of government, on the one hand, and being totally abolished, on the other. The former alternative is more likely to be chosen, since it would enable the existing union bureaucracy to retain their position and some of their personal power. But to the workers it would mean complete subjection to the control by a corporative state. The situation in most countries leaves us no choice but to await some such outcome or to retrace our steps. The present position of the unions cannot last, for they can function only in a market economy which they are doing their best to destroy.”
― Friedrich A. Hayek, The Constitution of Liberty